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Comprenderemos pues, como los instintos
son un hecho natural en el reino animal cono así mismo en el reino humano. Los
seres humanos saben y comprenden este hecho originario, que habita dentro de la
materia (su cerebro físico) como sabemos
de su existencia cuando se hablan de ellos.
Lo que es incomprensible que el ser humano
teniendo su cerebro humano y el cerebro de los instintos (animal), esté
utilizando su cerebro humano como instrumento para darles más Fuerzas a las
energías que en otro tiempo estaban limitadas en el reino animal. Por ejemplo,
el animal mata para comer; no mata ni por rencores, ni odios, ni por celos, ni
para vender las vísceras de otras personas; no forman guerras, no matan por
egoísmos, ni por intereses; no dice mentiras, ni son hipócritas para preparar
sus venganzas; no les gobiernan las pasiones, ni los deseos lujuriosos, ni
hacen actos contra natura; no se destruyen unos a otros con la lengua.
Simplemente el reino animal cumple con su Ley de Evolución. Vemos claramente
que el cerebro humano dentro de su Reino es el medio para que lo utilice la
inteligencia (Entendimiento) de su Alma. Para ello el ser humano desde hace
millones de años ha venido monopolizando algo que no se sabe lo que es que se
llama razón. Sin embargo reflexionando con ésta entendemos la palabra
inteligencia; lo que significa que el ser humano ha multiplicado en sí mismos
sus instintos primarios, desarrollándolos desde su mundo material creando un caos mundial. Sirve a las energías
del mundo por miedo a la Voluntad que habita en su Alma destruyéndose a sí
mismo. Siendo partícipe de la destrucción del Planeta.
Por lo que podemos comprender ese
sentimiento de bien no se lo dicta la razón, ni la inteligencia, como también
ocurre en el reino animal porque éstos no conocen esta palabra; los instintos.
Es la inteligencia del ser humano quien la
inventó para diferenciar al reino animal del humano; pero el animal desarrolla
las leyes de su Evolución mientras el ser humano se aprovecha de estos
supuestos instintos primarios para no ser fiel a sí mismo en el nuevo reino que
le ha tocado vivir y cumpla con la Ley de su evolución, es decir: su Alma
Por todo ello, el ser humano
traicionándose a sí mismo destruye lo que es incapaz de crear, es decir, el
reino mineral, el reino vegetal, el reino animal y por lógica el reino humano.
Dentro de este reino se destruyen las relaciones familiares y sociales,
convirtiéndose en criminales de sí mismos ante la Justicia Divina matando la
vida que hay en ellos y por tanto en el Planeta.
La Justicia de la Sabiduría a través de
los siglos dentro de cada ciclo planetario toma las medidas necesarias para que
el poder de las Tinieblas no destruya la Creación por medio de la inteligencia
del hombre.
Veo que siglos tras siglos mientras
aumenta la población mundial nacida de la Creación y conducida por las
tinieblas, las lleva a los abismos de la desesperación al presenciar como pisotean la Verdad, se burlan del
Conocimiento de la Sabiduría, abusan y destruyen su propia vida: el Amor Divino.